Cuando regulás el mercado, lo frenás: el verdadero impacto de la Ley de Alquileres en Argentina
La regulación del mercado de alquileres no protegió al inquilino:
sacó inmuebles del mercado.
Propietarios con miedo → menos oferta → más demanda → valores distorsionados!!!
Matías Bettatis explica que cada vez que se regula un mercado —como ocurrió con la Ley de Alquileres— se genera el efecto contrario al buscado: se reduce la oferta, se distorsionan los valores y los propietarios prefieren no alquilar. Durante la vigencia de la ley, muchos inmuebles se mantuvieron vacíos o se publicaban a valores imposibles para evitar alquilarlos.
Ejemplifica con una experiencia personal: en febrero de 2024, en medio de incertidumbre económica, reservó un departamento por teléfono y, en ese mismo día, hubo 15 interesados más. ¿La razón? Propietarios con contratos vencidos no querían renovar bajo una regulación que los perjudicaba. La ley generó distorsiones como alquileres iguales entre inmuebles totalmente distintos en valor y metros cuadrados.
Matías destaca que un departamento de USD 70.000–90.000 hoy recibe un alquiler de $600.000 mensuales. Con riesgos de deterioro, falta de pago y eventual desocupación, el incentivo económico desaparece: muchos propietarios prefieren dejar el inmueble vacío antes que alquilarlo.
Además, remarca un cambio clave en el sector: el mercado inmobiliario dejó de ser transaccional y pasó a ser relacional. La confianza, el asesoramiento y la educación financiera son los diferenciadores reales. Desde su inmobiliaria, ayudan a los clientes a entender créditos, simulaciones y riesgos (UVA, CER, tasas), priorizando la salud financiera y la transparencia.
También señala la falta de profesionales preparados: “Hay colegas que prometen formar un broker en tres meses. Yo necesito dos años para formar gente que pueda caminar sola.” Para Matías, el éxito está en la verdad, el vínculo y el acompañamiento.
Finalmente, cuestiona el rol de los medios económicos: afirma que muchas notas sobre el mercado inmobiliario exageran y no contextualizan los datos, generando confusión y desinformación.
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